Víctor Manuel Gutiérrez, de 29 años, pasó de vivir semanas de incertidumbre médica a enfrentar una cirugía que literalmente le salvó la vida. Lo que comenzó como un cuadro respiratorio mal diagnosticado terminó revelando una infección severa en el tórax, solo detectable mediante una intervención quirúrgica mayor.
El joven acudió durante más de un mes a diferentes consultas médicas en busca de alivio para un dolor persistente en el pecho, tos y fiebre. Fue erróneamente tratado por dolor muscular y problemas respiratorios leves, hasta que su estado se agravó drásticamente.
El 12 de junio, al llegar al Hospital IMSS-Bienestar de Ciudad Madero —antes Hospital Civil—, los médicos detectaron signos de complicación grave. La decisión fue inmediata: someterlo a una toracotomía posterolateral izquierda, una cirugía de alta complejidad no realizada anteriormente en ese nosocomio.
Lo operaron en el IMSS durante 3 horas, tenía más de 3.5 litros de pus en el pecho
Durante más de tres horas, el equipo quirúrgico liderado por el doctor Carlos Pérez Valladares trabajó para salvarle la vida. Al abrir la cavidad torácica, se encontraron con una alarmante acumulación de aproximadamente 3.5 litros de pus entre el pulmón y el corazón, producto de una infección avanzada conocida como empiema.
“Esta es una cirugía que se realiza para explorar el tórax y entender la magnitud del daño. En este caso, la infección se había extendido desde una neumonía mal controlada, afectando estructuras vitales como el pericardio y la pleura”, explicó el doctor Pérez.
Lo ocurrido ha puesto en evidencia tanto la importancia de una atención médica oportuna como la capacidad de respuesta del sistema público en situaciones críticas. La intervención no solo fue un éxito clínico, sino un precedente dentro del hospital.
“Es la primera vez que realizamos este procedimiento aquí. Escuchar al paciente decir ‘Gracias, doctor, ahora puedo respirar’, nos recuerda por qué hacemos esto”, agregó el cirujano, visiblemente emocionado.

Víctor, ya en proceso de recuperación, no oculta su agradecimiento.
“Yo pensé que me iba a morir. Ya no podía respirar. Pero ahora tengo otra oportunidad. Me toca hacer las cosas bien”, declaró desde su cama de hospital, donde se repone rodeado de familiares.
El caso de Víctor también expone un problema frecuente en muchas regiones del país: diagnósticos imprecisos y falta de atención especializada a tiempo.
Sin embargo, esta vez la historia no terminó en tragedia, sino en esperanza. Y en el compromiso de seguir fortaleciendo la salud pública con profesionalismo, humanidad y determinación.
Cortesía de El Heraldo de México.

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