Una tendencia ha encendido las alertas entre especialistas en salud mental en el sur de Tamaulipas: cada vez más adolescentes y jóvenes están recurriendo al consumo de ansiolíticos sin prescripción médica para lidiar con la ansiedad, en una práctica que especialistas califican como riesgosa y en crecimiento.
Jorge Ávalos Castelán, director del Centro de Integración Juvenil (CIJ) en Tampico, advirtió que el fenómeno se ha intensificado en los últimos meses.
“Estamos recibiendo a muchos jóvenes acompañados de sus padres, alarmados por el consumo no regulado de medicamentos controlados. La mayoría los adquiere a través de redes sociales o por medio de conocidos, sin contar con receta médica”, explicó.
¿Para qué se usan los ansiolíticos y qué efectos tienen en la salud?
Los ansiolíticos, diseñados para el tratamiento clínico de trastornos de ansiedad bajo supervisión médica, se están utilizando de forma recreativa o como un recurso rápido para mitigar síntomas de las siguientes condiciones:
- Insomnio.
- Desesperación.
- Estrés escolar.
- Conflictos familiares.
El uso no supervisado de estas sustancias conlleva graves riesgos: dependencia química, sobredosis, alteraciones cognitivas y afectaciones en la salud mental a largo plazo.
“Algunos jóvenes nos dicen que no podían dormir o que sentían que no podían respirar de la ansiedad. Lo preocupante es que muchos mezclan estos medicamentos con alcohol o vapeadores que contienen THC, lo cual puede ser letal”, añadió Ávalos Castelán.

La soledad, la presión social y la falta de apoyo ocasionaría que los jóvenes tomen ansiolíticos
Las autoridades del CIJ advierten sobre la necesidad urgente de implementar estrategias de prevención, educación emocional y acompañamiento psicológico, especialmente en entornos escolares y familiares. Señales como el aislamiento, cambios abruptos de conducta, alteraciones del sueño y bajo rendimiento académico deben ser atendidas con sensibilidad y prontitud.
El problema, aunque silencioso, refleja una realidad creciente en una generación sobreexpuesta a la hiperconectividad, la presión social y la ausencia de redes de apoyo emocional sólidas.
“Esta es una generación que busca respuestas rápidas, y lamentablemente, una pastilla está a solo un clic de distancia”, concluyó el titular del CIJ.
Cortesía de El Heraldo de México.

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