A inicios del siglo XX, el gobierno encabezado por Porfirio Díaz trabajaba intensamente en preparar las celebraciones por el centenario de la Independencia de México. En 1910, con motivo de esta conmemoración fueron inauguradas obras emblemáticas, como el desagüe del Valle de México, el Palacio de Comunicaciones, el de Relaciones Exteriores y el Manicomio General La Castañeda.
En el ánimo nacionalista de la época, el ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, Justo Sierra, encomendó un proyecto especial al arqueólogo Leopoldo Batres, pionero de esta ciencia en el país, la exploración y reparación de algunos de los monumentos prehispánicos de Teotihuacán.
Con esa encomienda, Batres y su quipo iniciaron los trabajos de exploración en 1905, y aunque no fue el primero en investigar la zona, pues ya en 1675 Carlos de Sigüenza y Góngora, y en 1746 Lorenzo Buturini habían realizado algunos estudios y descripciones del lugar, sí vio lo mismo que sus predecesores: dos grandes montículos de tierra sobre el suelo, cubiertos por vegetación, como si fueran cerros. A simple vista pasaban por cerros, pero había algo más abajo de toda esa tierra; eran las dos principales estructuras teotihuacanas: la Pirámide de la Luna y la Pirámide del del Sol.
¿Cómo se veía la Pirámide de la Luna?
Una fotografía del Fondo de Instrucción Pública y Bellas Artes de 1905, el año que iniciaron las exploraciones de Leopoldo Batres en Teotihuacán, muestra a dos campesinos sentados en la parte más alta de la Pirámide del Sol, con vegetación y un árbol junto a ellos. Ambos miran hacia la Pirámide de la Luna, que se aprecia en el fondo, cubierta por tierra y plantas y rodeada de espacios de cultivo.
Otra fotografía, de 1908, muestra a la Pirámida de la Luna captada también desde la Pirámide del Sol, pero sin presencia de personas. La imagen muestra en primer plano una nopalera y otra planta que crecen sobre un montículo de piedras; en segundo plano, de lado izquierdo, aparece la Pirámide de la Luna, que desde esa distancia se asemeja a uno de los cerros que rodean la zona.

Batres contó con todo el apoyo del gobierno de Porfirio Díaz para explorar Teotihuacán
Sobre el descubrimiento de estas estructuras, Lopoldo Batres escribió las impresiones de Justo Sierra en su primera visita a Teotihuacán, antes de iniciar con los trabajos de restauración, en los que le externaba sus dudas sobre lo que encontraría debajo de la tierra y la vegetación que se había acumulado sobre ellas. Mirando hacia la Pirámide del Sol, Sierra le dijo:
“¿Cree usted poder encontrar debajo de esta inmensa mole de tierra y piedra alguna arquitectura definida que nos enseñe la forma verdadera que tenía en sus primitivos tiempos? ¿Acaso como han opinado algunos, que al retirarse los moradores de esa ciudad acometieron la gigantesca obra de cubrir sus edificios para evitar de este modo la profanación de manos extrañas y que estén ahí debajo del espeso velo que los cubre bien conservados y en condiciones de revelarnos toda su historia? ¿O acaso no sean más que, como dijo Humboldt, grandes hacinamientos de tierra sin forma determinada arquitectónica?”.
No obstante, Justo Sierra le reiteró su apoyo y le dijo que si él creía que en los 5 años antes del centenario de la independencia podía descubrir las edificaciones y restaurarlas al mismo tiempo que se descubrían, haría todo lo posible porque el gobierno de Díaz le suministrara los recursos necesarios.
Cortesía de El Heraldo de México.