CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El funeral de Ximena Guzmán y José Muñoz, cercanos colaboradores de la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Clara Brugada Molina, asesinados a sangre fría esta mañana, se convirtió en una especie de mitin político, donde decenas de personas lanzaban las mismas consignas que se escuchan en las marchas contra el Estado mexicano.
“¡Justicia!”, “No estás sola!”, “El pueblo unido jamás será vencido!”, “Ni perdón ni olvido, castigo para los asesinos!”, coreaban decenas de personas, en su mayoría mujeres, que llevaron mantas impresas o hechas con pintura para mostrar su apoyo a Brugada y a las familias de la secretaria particular y del integrante del equipo de asesores de la morenista, ultimados sobre la Calzada de Tlalpan, en la alcaldía Benito Juárez, alrededor de las 7:30 horas.
Clara Brugada llegó a la funeraria Gayosso Sullivan, en la colonia San Rafael, alcaldía Cuauhtémoc, pasadas las 21:00 horas, 60 minutos después de que inició el servicio luctuoso.
La funcionaria seguía con su vestido negro, el mismo que usó en el Antiguo Palacio del Ayuntamiento durante el pronunciamiento por el asesinato de sus colaboradores. Llevaba una rosa blanca en la mano izquierda. La otra iba agarrada del brazo de Ernestina Godoy, consejera Jurídica de la Presidencia y su colaboradora en sus años de gobierno en Iztapalapa.
A su paso, en una especie de valla humana, Brugada se abrazó con dos personas y pidió que le dieran paso a Martha Ávila, diputada de Morena por Iztapalapa y presidenta de la Mesa Directiva del Congreso capitalino.
Los gritos de “¡Si Zapata viviera, con nosotros estuviera!” se mezclaban con los de “¡Clarita, el pueblo está contigo!” y los “¡Te amamos Clara!”, muy similares a los que la morenista recibe en sus actos públicos de gobierno. Pero esta vez no era una fiesta, sino un velorio.
En el fondo se escuchó la voz que identificaba a los autores de los gritos: “¡Unión de colonos, unión de colonos!”. Eran de Iztapalapa, sus incondicionales históricos de San Miguel Teotongo, donde inició su lucha social y política.
“¿Cómo está?”, le preguntó un periodista, pero igual que en la mañana, ella solo dejó ver una sonrisa apagada y siguió de largo. No dio declaraciones. Adentro hizo guardia ante los dos ataúdes que reposaban en la misma sala.
Antes y después de la llegada de la mandataria local a la funeraria, se vio un casi desfile de camionetas tipo Suburban en las que llegaban funcionarios del gobierno de la CDMX, entre ellos el equipo de Comunicación Social, encabezado por Ana María Lomelí.
Pasaron por ahí las alcaldesas de Xochimilco, Circe Camacho, y de Azcapotzalco, Nancy Núñez, entre otros. Poco más tarde llegó el presidente del Tribunal Superior de Justicia capitalino (TSJCDMX), Rafael Guerra.
Veladoras y coronas de flores que la gente llevó abundaron frente a la funeraria, pero no pasaron de la puerta porque el acceso fue restringido. En el colectivo se organizó una especie de ceremonia para despedir a Guzmán y Muñoz.
Entre la gente que llegó a dar el último adiós a los funcionarios estaba Sara Robles, una mujer de la tercera edad que contó a Proceso que Ximena y José fueron sus dirigentes en la organización a la que pertenecen en Iztapalapa.
Acompañada de otra integrante del grupo, dijo que la noticia de sus asesinatos les provocó “mucho dolor”. Y habló en especial de “Pepe”, al decir: “Se fue un joven trabajador, honesto, que realmente luchó mucho por nosotros, por todos los de la comunidad… Ayudó a mucha gente desde jovencito… Tenía una chispa muy buena”.
En los alrededores de la funeraria había decenas de policías de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC), lo mismo Preventivos para resguardad la integridad de los asistentes, que de Tránsito quienes, ante el tumulto, cerraron el paso de automóviles en la calle Sullivan.
Hacia las 23:00 horas, Brugada y compañía seguían acompañando a la familia de sus colaboradores y amigos, por cuya muerte -dijo en la mañana- se sentía triste: “Por muchos años compartimos anhelos y luchas, por transformar primero Iztapalapa y ahora la Ciudad de México”, recordó en el Ayuntamiento.
Cortesía de Proceso.