En el Jardín de la Pedrera, Altamira, bajo una losa fría de concreto, descansa Aitana, una niña de apenas dos años que no tuvo oportunidad de conocer la ternura del mundo, porque el infierno lo vivió dentro de su propia casa.
Aitana no murió. A Aitana la mataron. Y lo más desgarrador es que sus verdugos no fueron extraños, sino aquellos que debieron protegerla con el alma. Michel, su madre, una joven que alguna vez la sostuvo en brazos, es hoy señalada como la autora del crimen. Y Luis, su padre, como cómplice en los actos más viles que puedan cometerse contra una hija.
Sus restos fueron sepultados por familiares de los mismos que la dañaron. La ironía duele. El silencio de la tierra parece más compasivo que las manos que debieron cuidarla. Una corona y algunos ramos de flores —demasiado pocos, demasiado tarde— adornan su tumba sencilla, como si algo pudiera reparar la brutalidad con la que fue arrancada de este mundo.
Incredulidad estuvo presente al momento del entierro
Los que lloran por ella ahora no entienden en qué momento se perdió todo. ¿Dónde estaban las alertas? ¿Quién escuchó su llanto? ¿Quién falló primero? El dolor no cabe en un ataúd tan pequeño. Hoy Aitana ya no sufre. Ya no hay gritos, ni golpes, ni miedo. Pero el alma de quienes aún sienten se desgarra ante la certeza de que vivió tan poco… y murió con tanto horror.

Ahora queda esperar que la justicia no se esconda, que el Estado no cierre los ojos, y que la ley pese con toda su furia sobre los responsables. Porque Aitana merecía cuentos antes de dormir, no ser parte de una pesadilla. Que al menos el cielo le dé lo que aquí se le negó: amor, paz… y consuelo.
¿Qué es un infanticidio?
El infanticidio es el acto de matar intencionalmente a un niño o niña, generalmente menor de 12 años. Es una de las formas más extremas de violencia infantil y puede ser cometido por padres, madres, tutores u otras personas cercanas al menor. Aunque sus causas pueden variar, muchos casos están relacionados con contextos de violencia doméstica, pobreza extrema, problemas de salud mental o abandono.
En el marco legal, algunos países diferencian entre infanticidio y homicidio, especialmente cuando es cometido por la madre en el periodo posparto, considerando factores psicológicos como la depresión postparto. Sin embargo, en la mayoría de los casos, el infanticidio es juzgado como un crimen particularmente atroz debido a la vulnerabilidad de las víctimas.
En México, el infanticidio es una tragedia persistente y alarmante. Cada año se reportan decenas de casos, muchos de ellos dentro del propio hogar, lo que evidencia fallas graves en los sistemas de protección infantil, detección de abuso y respuesta institucional.
Más allá de las estadísticas, cada caso representa una vida perdida y una sociedad que ha fallado en proteger a sus miembros más inocentes. Visibilizar estos hechos es fundamental para exigir justicia y prevenir futuras tragedias.
Cortesía de El Heraldo de México.

Dejanos un comentario: