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La noción de la “División de Poderes” tiene sus orígenes desde Aristóteles, pero fueron John Locke y Charles Louis de Secondat (Montesquieu), quienes generaron la idea formal de pesos y contrapesos, es decir, la idea de que no debe recaer la toma de decesiones de gobierno en una sola persona (o un solo Poder). México tiene reconocida dicha división desde la Constitución de 1824.
Es la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, el cuerpo de leyes máximo de este país, la que reconoce la existencia del Instituto Nacional Electoral (INE), y en su artículo 41 le da diferentes facultades y obligaciones. Pero, lo más relevante del INE, es que es el organismo público e independiente, encargado principalmente de la renovación de dos de los tres Poderes de la Unión, el Ejecutivo y el Legislativo, así como la renovación de estos poderes en los Estados y Municipios, al organizar las elecciones federales, estatales y municipales, para la elección del Presidente de la República, de los Gobernadores de los Estados y de los Presidentes Municipales; así como de los Diputados del Congreso de la Unión, los Senadores de la República y los Legisladores de cada una de las Legislaturas de los Estados.
Un Organismo con sendas facultades es sumamente importante en la Democracia Mexicana, este Instituto ha garantizado la transición pacífica de diversos representantes electos en los últimos años, los mexicanos hemos transitado entre diferentes expresiones y corrientes políticas, al grado de llevar al gobierno actual, a quién hoy intenta decirle al INE cómo se debe regular.
Me parece un insulto a la Democracia, que algunos integrantes del Poder Ejecutivo, hagan una serie de recomendaciones absurdas, y en demostración de una profunda ignorancia de las leyes, al INE, como el hecho de disminuir prestaciones y sueldos a empleados, pero con cuidado de “no afectar a los empleados sindicalizados”, cuando el INE NO tiene ningún empleado sindicalizado; o utilizar fondos de dos Fideicomisos públicos, cuando pareciera que olvidan, que estos últimos son Entidades de la Administración Pública, creadas con un fin lícito y determinado, a los que el Gobierno les otorga, mediante un proceso legal, recursos públicos para que cumplan ese fin, recursos que son administrados por una Institución Fiduciaria. Recordemos que la estructura de los fideicomisos públicos está formada por tres elementos: los fideicomisarios o beneficiarios; el fideicomitente, en este caso el INE; y la Fiduciaria, que puede ser cualquier institución o sociedad nacional de crédito.
El INE es sumamente apetitoso para cualquier persona con poder, pues le da las facultades de poner, y ahora también, quitar a los gobernantes. La cuestión no es pequeña. La importancia es muy alta para todos los mexicanos. Estemos atentos a lo que viene. Parece, sólo parece, que un dejo de autoritarismo está al acecho.
Cortesía de Debate.