El pasado miércoles 7 de septiembre las Comisiones Unidas de Estudios Legislativos y de Justicia del Senado aprobaron la iniciativa para que la Guardia Nacional sea transferida de la Seguridad de Seguridad y Protección Ciudadana (SSPC) a la Secretaría de la Defensa Nacional (SEDENA).
Este es el más reciente paso en la transición de la principal corporación federal de seguridad pública al paraguas administrativo del Ejército Mexicano. Más allá de la polémica generada por esta acción, un punto que no ha sido abordado con tanta profundidad en el debate público nacional es acerca del impacto que esta reforma tendrá en los servicios de inteligencia mexicanos.
En nuestro país, las instancias que generan inteligencia (específicamente las de nivel federal) operan de manera independiente. Existen mecanismos de coordinación (como el Centro Nacional de Fusión de Inteligencia, la Red Nacional de Información), en la práctica funcionan más como espacios para compartir información que para el diseño e implementación de operaciones conjuntas de inteligencia.
La reforma de la Guardia Nacional genera varias interrogantes. En primer lugar, la Guardia Nacional, heredera de la Policía Federal, cuenta con una Dirección de Inteligencia y por más de una década ha sido el principal referente en México en materia de inteligencia policial o criminal, al día de hoy mantiene a personal civil/policial que integraba la antes llamada División de Inteligencia.
Entre estos elementos hay considerable experiencia, además de cientos de horas de capacitación, en una amplia gama de temas incluyendo operaciones encubiertas, investigaciones especiales, inteligencia de fuentes abiertas, inteligencia de imágenes, y gestión de sistemas de información, entre otros.
Adicional a las tareas de la Dirección de Inteligencia, otros órganos de la GN producen información significativa que se integra a otros flujos de inteligencia para la seguridad pública, por ejemplo, la Dirección Antidrogas y la Guardia Financiera, las cuales también cuentan con bastante personal civil.
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¿Los servicios de inteligencia de la Guardia Nacional se verán vulnerables?
¿Se mantendrá a dicho personal dentro de la estructura de la Guardia Nacional? En caso negativo, ¿qué perfil de personal militar será asignado para realizar las tareas de inteligencia aplicada contra el crimen? Esta última pregunta es crucial, porque hay una diferencia considerable en cuanto a metodologías y productos finales entre los que ocupan los consumidores de inteligencia militar, y los que se requieren para tareas de seguridad pública.
Que la Guardia Nacional deje de formar parte de la SSPC, no exime a ésta de su rol en la generación de inteligencia dado que tiene adscritas dos dependencias dedicadas al tema: el Centro Nacional de Inteligencia, organismo de inteligencia civil dedicado a la generación de información estratégica para la prevención y atención de amenazas a la seguridad nacional.
También el Centro Nacional de Información, que depende del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, responsable de recopilar las cifras mensuales de incidencia delictiva, de gestionar bases de datos críticas como el Registro Nacional de Detenciones, y está en proceso de implementación del Sistema Multifuente para el registro de delitos, entre otras acciones.
Esta estructura sui géneris invita a otras preguntas. ¿Debe el Centro Nacional de Inteligencia seguir formando parte de la estructura de una instancia de seguridad pública, cuándo su naturaleza está orientada a problemáticas de seguridad nacional?
¿Es posible (y deseable) que la SSPC incremente su participación en tareas de generación de inteligencia para la prevención del delito, ya sea por medio del Centro Nacional de Información, o mediante la creación de una nueva área interna?
Como ocurre tradicionalmente con el mundo de la inteligencia, tienden a ser más las preguntas que las respuestas, pero son cuestionamientos de la mayor relevancia que demandan un posicionamiento por parte de la Administración en turno.
Sin una estructura de inteligencia eficiente y funcional, que genere productos accionables, y que contribuya de manera significativa al proceso de toma de decisiones de alto nivel, las múltiples amenazas que atentan contra la estabilidad del Estado mexicano, tanto en la esfera de la seguridad pública como la nacional, seguirán incrementando.
Por: Amaury Fierro, maestro en inteligencia y CEO de OSINT Latinoamérica. Twitter @Cerebros_Fuga amaury@osintlatinoamerica.com
Cortesía de El Heraldo de México.