“Por querer un poco más de dinero me enrole con personas que no quería”, confiesa Luis, un exsicario que hoy se encuentra preso cumpliendo una sentencia por homicidio, lleva siete años tras las rejas pero aún le falta permanecer 21 años más en prisión, alejado de sus seres queridos.
Luis decidió contar su historia para el Podcast Penitencia de la activista Saskia Niño de Rivera, donde relató que él tenía una vida aparentemente normal pero la necesidad lo hizo caer en tentaciones e involucrarse en el crimen organizado donde “matar se convirtió en un trabajo normal” por el que recibía 6 mil pesos semanales”.
Relató que en un inicio solo acompañaba a sus cómplices a levantar personas y ellos le daban las indicaciones “vas a ir a un jale”, le decían y él se limitaba a conducir, pero en una ocasión uno de los otros criminales faltó y le ofrecieron sustituirlo, lo que le pareció algo sencillo.
Al compartir su experiencia sobre la primera vez que asesinó a alguien dijo que se trataba de un “soplón”, narró que lo tuvieron que interrogar “después de que le sacamos todo lo que estaba diciendo ahí mero me lo eche”. Dijo que nadie le enseñó.
Luis pasó de ser taxista a sicario: “Lo tomaba como un trabajo normal”
Luis había tomado clases de cinturón negro por lo que explicó que sabía cómo y dónde golpear a sus víctimas, aunque aseguró que él jamás se encargó de torturarlos, también admitió que tras su primer muerte no tuvo remordimiento y siguió su vida normal.
“Afuera nunca remordimiento de nada… lo tomaba como un trabajo normal”, reconoció Luis.

Al ser cuestionado sobre por qué no le dio remordimiento comentó que no sabía a qué se debía pero que muchos hablan que hay mentes débiles y mentes fuertes y que quizá sea que no tiene mente débil y agregó “no creo que este mal de mi cabeza porque aquí hay muchos psicólogos y no me han dicho nada”.
Luis admitió que su esposa sabía a qué se dedicaba y se mantenía al margen pero que sus padres y demás familia desconocían que estaba involucrado con la delincuencia organizada. Tenía planeado dejar pronto la delincuencia, donde duro poco de noviembre de 2017 a mayo 2018, el mes en que lo aprehendieron.
Aunque antes no tenía remordimiento por sus crímenes, Luis dice que la cárcel lo ha cambiado y que ahora se siente arrepentido de sus actos y estaría dispuesto a ayudar a las familias a encontrar los restos de aquellos seres que él desvivió y jamás encontraron.
En prisión Luis decidió acercarse a Dios y espera volverse a reencontrar con sus padres e hijos. Trabaja en la cocina y también le gusta la música por lo que está en el coro de la Iglesia.
“Aquí es donde pienso más y hace tiempo vino un padre y me confesé, lo que nunca había hecho, me puso de penitencia de por vida que pidiera por sus almas y familias”, manifestó Luis.
Cortesía de El Heraldo de México.