Durante la última captura del prófugo más famosos del mundo, Joaquín “El Chapo” Guzmán en enero de 2016, dos de sus cocineras que estaban con él dentro del domicilio ubicado en Los Mochis, Sinaloa, fueron testigos de la balacera entre los efectivos de la Marina y los narcos del Cártel de Sinaloa.
Lilia y Celia se resguardaron en el baño de una de las habitaciones del inmueble mientras los castrenses fueron recibidos por la lluvia de balas dentro de la casa. Durante el operativo “Cisne Negro” llevado a cabo por la Secretaría de Marina. En ese instante, ambas trabajadoras quedaron arrestadas y tanto ellas como su familia, vivieron un calvario.
“Juliana”, es hija de una de las cocineras que trabajaba para quien fuera líder del Cártel de Sinaloa; angustiada la joven relató: “Qué pasó dispararon, en ese momento yo no sé si habían matado a mi mamá, yo no sabía nada”, dijo en entrevista para la cadena Telemundo.
Las dos cocineras, Lilia y Celia son originarias de la sierra de Durango, la cual es una de las zonas marcadas por la pobreza al norte de México, debido a la marginación y falta de oportunidades. En dicho sitio fue donde conocieron a Joaquín Guzmán Loera.
Mary Sánchez, hermana de una de las cocineras, dijo que su familiar era madre soltera de un niño y era muy difícil sacarlo adelante, “hay veces (sic) que teníamos para comer y a veces que no (sic). “Entonces cuando ella lo conoció (al “Chapo”) , la verdad sí le dio mucha alegría porque todas las personas de los ranchos sabemos que él ayuda a las personas”.
¿Qué cocinaban al “Chapo” en los 8 años que trabajaron para él?
Durante casi ocho años, Lilia y Celia fueron las cocineras que más confianza les tenía Guzmán Loera; sin embargo, pese al atractivo sueldo recibido, Mary estaba consciente de los riesgos de estar dentro del mundo del narcotráfico aunque sin ser parte de la delincuencia organizada, aseguró.
“Yo decía que tenía que buscar otro tipo de trabajo, que tenía a su hijo, estaba chiquito, que había otra forma de trabajar, pero igual no hizo caso”, dijo Mary.
“Juliana” aseguró que su mamá le contaba lo que quería de comer Joaquín Guzmán “El Chapo”, “platillos sencillos, como lo que es de aquí, machaca con huevo, desayuno, frijoles, tortillas”, describió la joven.
Hace tres años, Lilia tenía entonces 41 años y es mamá de cuatro hijos, dos son aún pequeños; mientras que Celia con 35 años tiene a su hijo de entonces 13 años. Mary asegura que es una injusticia que su mamá esté presa solo por cocinar.
“Yo sé que lo que ella hizo lo hizo por nosotros, ella es el pilar de la casa para darnos algo a todos, entonces sí se me hace una injusticia de que ella esté allá. Ser cocinera, creo yo, no es ningún delito”, sentencia Mary.
Ambas mujeres con solo la primaria terminada, además se encargaban de limpiar la casa y lavar la ropa. Al respecto, el abogado de una de las cocineras, Refugio Rodríguez declaró: “No existe ninguna disposición en que se limite a que una persona no pueda trabajar com doméstica con alguien a quien se le acusa de ser el líder de un grupo de la delincuencia organizada”.
El caso de Lilia y Celia han pasado por tres jueces y tres magistrados al ser señaladas de portar armas y ser parte del crimen organizado, se han declarado impedidos, por lo que aún las mujeres no reciben resolución judicial. Las cocineras permanecen en prisión en el municipio de Tetecala, Morelos en la cárcel femenil más grande de Latinoamérica.
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Cortesía de El Heraldo de México.
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