CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A decir de Javier Munguía, coeditor de Las cartas del Boom, Mario Vargas Llosa es una figura políticamente compleja al que se le llegó a llamar “fascista”, “pero fue un escritor que defendió el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, la igualdad, la despenalización de las drogas; se tiene que comprender su pensamiento político, y en eso este libro realiza una contribución”.
Las cartas del Boom, lanzado por Alfaguara, reúne la correspondencia de Julio Cortázar (1914-1984), Carlos Fuentes (1928-2012), Gabriel García Márquez (1927-2014) y Mario Vargas Llosa (1936-2025) a través de 207 misivas que esos autores se enviaron entre 1955 y 2012, o al menos una gran parte de ella, pues Munguía relató que Gabo y Vargas Llosa desecharon mucha correspondencia a través del tiempo.
El libro fue lanzado en 2023 y coeditado junto al historiador peruano Carlos Aguirre, el crítico literario inglés (y biógrafo de García Márquez) Gerald Martin y el investigador cultural Augusto Wong Campos.
Munguía (Hermosillo, Sonora, 1983), egresado de Literatura Hispánica por la Universidad de Sonora y autor de obras como Modales de mi piel (Jus, 2011) y El caso Cumbres (Aguilar, 2024), presentó Las cartas del Boom en Mazatlán en marzo pasado, en el marco de la Feria del Libro de la Universidad Autónoma de Sinaloa 2025, lo que a su decir, habla de la vigencia e interés en el libro, dijo en videoentrevista con Proceso:
“Somos cuatro amigos de distintas generaciones que hablamos de literatura, nos conocimos así, y platicando sobre la correspondencia epistolar de estos autores fue Augusto Wong quien tuvo la chispa de reunir estas cartas, escritas a lo largo de casi 60 años, para concentrarlas de manera cronológica. La verdadera labor fue reunir los archivos, porque la mayoría de los documentos en los que se basa están en Princeton (principalmente los de Carlos Fuentes y Vargas Llosa), mientras que la documentación de García Márquez se encuentra en la Universidad de Austin, en Texas (EU).
“Hasta el día de hoy muchos piensan que por ser cuatro nos dividimos el trabajo por autor, pero no, todos trabajamos en todo. En la pandemia, Princeton dio la oportunidad de enviar archivos a los investigadores y eso facilitó muchas cosas. En otras ocasiones Aguirre, quien es profesor en la Universidad de Oregon, pudo viajar a esa universidad a revisar documentos. La concentración del trabajo en línea también ayudó mucho, y en un segundo momento la complejidad vino en cotejar las cartas, corregir erratas, realizar las notas del libro, el apéndice, la cronología, la introducción y hacer todo más digerible para el lector”.
Munguía consideró que el libro es la conjunción de un material que se puede abordar desde distintas perspectivas, porque cuenta una historia muy larga, con diversos planos: el amistoso, el literario, el político, todo en una época imprescindible de la literatura hispanoamericana.
En la introducción del libro se explica que se hizo con ciertas “reglas de participación” correspondientes a los autores de las misivas: 1) haber escrito novelas totalizantes, 2) haber forjado una sólida amistad, 3) compartir una vocación política y 4) una gran difusión e impacto a nivel internacional, además de detallar cada inciso y una “nota a la edición”. El libro se divide en dos largos capítulos: “Pachanga de compadres” (1955-1975) y “Fin de fiesta” (1976-2012), que comprenden el grueso del carteo. Tras lo anterior, apéndices con ensayos y entrevistas.
Sobre las críticas al volumen de reducir Las cartas del Boom a cuatro autores explicó: Munguía:
“Se reúne a esos cuatro autores como los principales cabecillas del movimiento, y no quiere decir que no haya otros, pero damos algunas razones y/o reglas del porqué hicimos ese corte. Se nos ha reclamado mucho que no esté José Donoso (1924-1996), pero cuando se publicó Correspondencia. Carlos Fuentes-José Donoso (Alfaguara, 2024) se lee ahí que el mismo Donoso se veía un poco fuera, a él no le caía bien Julio Cortázar, y en Las cartas del Boom cortaría esa amistad cercana. Ese libro (coeditado también por Wong Campos) complementa Las cartas del Boom y explica que Donoso era una figura que estaba ahí junto a ellos (Fuentes, García Márquez, Cortázar y Vargas Llosa), pero más de lado, quizá por su propia inseguridad o tormentos interiores.
“Además nunca tomó una postura política en ese momento, no se entusiasmó con la Revolución cubana, y una de las reglas en el libro es que estos autores fueron entusiastas del socialismo, y en particular de la Revolución cubana”.
Las cartas, las claves de la historia
Se le cuestiona a Munguía qué piensa de la información de la prensa tras el deceso del autor de La ciudad y los perros (1962), en especial en México (donde se destacaron sus declaraciones políticas sobre el Partido Revolucionario Institucional, la polémica que sostuvo con Octavio Paz, su relación con otros escritores de su generación, su rompimiento con García Márquez y más recientemente sus choques con Andrés Manuel López Obrador), sobre lo cual respondió:
“Mario Vargas Llosa es una figura políticamente compleja, es un hombre que se acercó a la derecha, sí, pero en su juventud defendió el socialismo, se desencantó, se volvió liberal. Con facilidad se le llama ‘fascista’, pero fue un escritor que defendió el derecho al aborto, el matrimonio homosexual, la igualdad, la despenalización de las drogas. Se tiene que comprender su pensamiento político, y en eso Las cartas del Boom realiza una contribución.

“Creo que ninguno de estos cuatro autores está exento de posibles críticas, todos pueden ser cuestionados desde distintas perspectivas. El ‘enemigo’ que vemos no es la persona sino lo que proyectamos, y ahí están las recopilaciones de artículos. Alfaguara tiene tres tomos publicados sobre la obra de Vargas Llosa, que también ayudan en ese sentido a no caer en reduccionismos”.
Para el editor, el autor de Pantaleón y las visitadoras (1973) tuvo momentos memorables, que es algo que sucede siempre en términos de política, pues, dice, a muchos no les gustó el respaldo a Felipe Calderón, pero sí las críticas a Andrés Manuel López Obrador, de igual manera comparó el hecho de que a García Márquez nunca se le reprochó el apoyo a Fidel Castro en Cuba.
Otro dato de interés en las misivas fue la correspondencia que consideró clave en la ruptura de Vargas Llosa con la Revolución cubana:
“En las cartas viene algo de eso, porque se le invita a una reunión en la Casa de las Américas a la que no asiste y se le criticó mucho por eso, y Cortázar le responde que lo defendió. Las cartas sirven para ver esa decisión entre algunos escritores y la Revolución cubana.
“García Márquez fue siempre amigo del colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, quien se inclinó a la derecha y criticó a la Revolución cubana, pero eso no enfrió su amistad. También se lee la postura ante la masacre de Tlatelolco por parte de Carlos Fuentes y Gabo, de las dictaduras de los setenta en América del Sur. En materia de política el libro también es muy rico para ver cómo esas posiciones se dieron y en ocasiones cambiaron. Las cartas se escribieron en esos momentos y brindan datos muy valiosos para completar la historia política de los cuatro.
“Asimismo en las cartas vemos cómo se anudaron las relaciones y el eco del Boom, cómo se apoyaban entre sí, se recomendaban autores, se leían entre sí los libros antes de que publicaran, y cómo incluso buscaron gestar un proyecto colectivo en relación con los dictadores latinoamericanos que finalmente no se dio. En su totalidad deja claro lo que considero como una ‘intrahistoria’ del Boom.
“En realidad creo que se puede leer desde distintas vistas, desde la emoción del lector común por saber cómo se hicieron amigos los autores que admira, con esa primera carta de Carlos Fuentes a Cortázar que es emocionante. Éste tenía Bestiario (1951) y Fuentes Los días enmascarados (1954), estaban empezando y el mexicano le pide a Cortázar una colaboración con un ‘buen ojo’; tiene cosas que los lectores pueden considerar emocionantes, pero a su vez muy ilustrativas para los investigadores literarios”.
El editor también detalló que las personalidades afloran, describiendo a Cortázar como un autor que disfrutaba escribir cartas, a García Márquez con su característico humor, pero puesto en papel; un Vargas Llosa más directo, “quizá más parco”, y Fuentes como el “gran promotor del Boom”, el que los estimulaba todo el tiempo, “un impulsor de una literatura que formó parte de algo más grande que sólo obras individuales”.
Y culminó:
“La promoción gruesa de este libro fue en 2024, pero no ha parado. Apenas lo presenté en marzo en la Feria del Libro de Sinaloa, porque no pude asistir el año pasado, porque creo que el tema sigue interesando a la gente. Se ha reavivado ahora por el deceso de Vargas Llosa, pero creo que va a seguir generando interés por el peso de sus autores, y una muestra de ello es que hay traducciones que están en proceso. Las cartas del Boom da para un largo rato de lectura y discusión”.
Cortesía de Proceso.