El dolor no es sólo por el recuerdo de las alumnas que ya no están. Es también por el miedo. Miedo a entrar a un aula sabiendo que una bala perdida podría atravesar la pared. Miedo a escuchar ráfagas durante la clase. Miedo a morir enseñando. Frente a la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC), un grupo de maestros rompió el silencio. Llegaron desde Villa Juárez, Navolato, representando a las secundarias técnicas 51 y 97.
No traían pancartas, traían desesperación. Pidieron algo que en otras regiones sería impensable: que se les permita dejar el salón de clases y trabajar en línea. No por comodidad, sino por supervivencia. Y es que su escuela, literalmente, está marcada por la violencia.
En la fachada de la Técnica 51, el cemento blanco está horadado por múltiples disparos. Un balazo impactó justo sobre el nombre del plantel, otro más perforó una de las paredes de entrada. Las rejas metálicas tienen señales visibles de daño. Pero hay una imagen que duele aún más: el mural escolar.
Pintado en rosa, con flores y una mariposa amarilla, el mural dice con esperanza: “La escuela es mi segunda casa, pero mi casa es mi primera escuela”. Sin embargo, esa frase hoy convive con tres agujeros de bala. Uno incrustado en la letra “O”, otro sobre el ala de la mariposa, otro más en medio de las flores. El mensaje de ternura infantil fue silenciado a tiros.
FOTO: Manuel Aceves
Profesores exigen un alto a la inseguridad alrededor de las escuelas
Los profesores contaron entre sollozos que dos alumnas ya no volverán: una fue asesinada, otra se quitó la vida, vencida por la ansiedad de vivir entre el estruendo de las armas.
Pero este no es un caso aislado. En Culiacán, al oriente de la ciudad, la Secundaria Técnica 64 vive un fenómeno similar. Se encuentra cerca de El Carrizalejo, donde apenas un día antes se reportó un fuerte enfrentamiento armado entre el Ejército y civiles armados. Los tiroteos en la zona son frecuentes, las ejecuciones, habituales. Padres han comenzado a retirar a sus hijos por temor. Hay días en que apenas asiste un puñado de alumnos.
FOTO: Manuel Aceves
Los maestros, tanto en Villa Juárez como en Culiacán, comparten la misma angustia: “¿Cómo podemos enseñar en medio del miedo?”. Las aulas ya no son refugio, sino trincheras. Y cada disparo que resuena en las calles es un recordatorio de que su vocación puede costarles la vida.
Hasta el momento, la SEPyC no ha respondido públicamente a la petición de clases virtuales, pero los docentes insisten: no buscan evadir responsabilidades, buscan proteger a su comunidad educativa.
edg
Cortesía de El Heraldo de México.
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